Hacer entrevistas de trabajo nos pone las pilas. Con cada llamada parece que nos pusieran una pastillita de cafinitrina bajo la lengua. Son motivación en estado puro, son el fruto que recogemos después de pasar el día sembrando. Preparamos las preguntas clave, revisamos nuestro CV, hablamos frente al espejo, pasamos más tiempo del habitual retocándonos, colocándonos el pelo y estirándonos la ropa.
Yo esta semana tuve una entrevista de trabajo.
Fue el jueves, a las 10h, via Skype, con la directora de RR.HH. de la empresa y mi potencial jefe, para cubrir un puesto de relaciones públicas en un hotel de lujo en La Gomera. Fue breve, sencilla. Español. Inglés. Alemán. Algunas preguntas. Por una parte. Por la otra. Intercaladas, risas breves, incluso nerviosas. Creo que empatizamos. Me dio buenas vibraciones, pero últimamente parece que tengo ese radar algo atrofiado... Ya veremos.
Lo importante es no perder la vista del horizonte, no perder el rumbo, no perder las ganas y, sobre todo, mantener la sonrisa.
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