viernes, 11 de mayo de 2012

Imprevisto y no visto

La otra noche, en Dénia, fui con una amiga a un concierto de música en vivo. La cantante tenía un chorro de voz impresionante, pero no le daba rollo a los temas. Le faltaba sentimiento... ¡Pasión! Al terminar la actuación mi amiga pilló a la encargada por banda y se puso a hablar con ella. Por las muecas que ponía aquella mujer empecé a sospechar que mi amiga tramaba algo...

Al poco rato la encargada se subió al escenario y sentí sus ojos clavados en mí, mientras anunciaba por el micro: "Pido un fuerte aplauso para una gran cantante venida desde Madrid, que espero acepte subir a cantar conmigo". Tragué saliva y noté cómo me iban subiendo los colores, mientras sentía caer el peso de la responsabilidad sobre mis hombros. Con toda la dignidad que fui capaz de reunir en aquellos segundos me puse de pie, me estiré el vestido y me subí al escenario a cantar Rehab de Amy Winehouse con aquella mujer. Surrealista.

Esos cinco minutos se me hicieron eternos y amé-odié a mi amiga con toda mi alma por haberme metido en aquel lío. Sin embargo, he de admitir que siempre recordaré esa noche como una experiencia divertidísima y gratificante. ¡Nos lo pasamos de lujo! De hecho, cuando terminamos, la encargada me sugirió volver algún día para cantar sola con mi propio repertorio. Con los ojos como platos y súper satisfecha con mi performance improvisada le di las gracias y volví a cantarle las cuarenta y echarme buenas risas con mi amiga / manager.

En definitiva: ¿Psicólogos? ¿Pastillas? La receta para ser felices se escribe con estos momentos inolvidables, con gente maravillosa, con experiencias únicas y memorables.

No hay comentarios:

Publicar un comentario